La guerra por la invasión rusa a Ucrania está poniendo al descubierto, una vez más, la locura de un rey de los primates en la Tierra.
Son muchas las atrocidades que muestran las imágenes y los informes sobre la población ucraniana, como en tantas guerras, pero de lo que no hay antecedentes en la historia es el bombardeo de centrales nucleares ucranianas, como lo que ocurrió en Chernobyl y la de Zaporiyia, la más grande de Europa y una de las más grandes del mundo: uno de los misiles explotó a metros de uno de los seis reactores nucleares. Una locura absoluta.
El mundo está viendo la primera guerra en la historia en territorio de una potencia nuclear. Es difícil de creer, pero en todos los escenarios de emergencia nuclear, los ingenieros no diseñaron para un evento como la guerra. Cuando los tanques rusos estaban a punto de entrar en Chernobyl el primer día de la guerra, el supervisor de turno en la planta, Valentín Heiko, consideró sus opciones y no tenia claro que hacer… ¡no había protocolo en caso de guerra! Heiko fue testigo de un nuevo capítulo en la historia humana. Las plantas de energía nuclear y la guerra forman una unión terrible de la que no hay ningún antecedente.
Un accidente en la central de Zaporiyia podría significar, como mínimo, diez veces la liberación de radioactividad, comparada con el accidente de Chernobyl de 1986, el peor de la historia nuclear, y así sumergiría a una enorme porción del hemisferio norte en una pesadilla nuclear como nunca pudimos imaginar. Chernobyl también está sufriendo problemas en su mantenimiento por la destrucción de la red eléctrica que la alimenta de energía para los sistemas del cuidado del reactor. Todo lo que se sabe es que los dispositivos de monitoreo en la zona de Chernobyl mostraron un aumento en la radioactividad unos días después de la invasión. Luego, los monitores fueron pirateados y silenciaron la radio.
Otras centrales nucleares ucranianas están en peligro de ser bombardeadas, por los enfrentamientos que surgen entre ambos ejércitos. Los estrategas militares rutinariamente apuntan a las redes eléctricas y plantas de energía para incapacitar al enemigo. Por esto los generales rusos estarían tratando de dominar los 15 reactores activos en Ucrania. El ejército ruso parece estar utilizando las instalaciones nucleares como refugios seguros, calculando que los ucranianos no les dispararán, pero aún podemos esperar muchos más días aterradores en escenarios de batallas sobre enormes torres de hormigón e hileras de cuencas llenas de material radioactivo. Resulta que los edificios de contención de los reactores nunca han sido sometidos a pruebas de tensión para impacto de artillería pesada o misiles.
Incluso sin un impacto directo de un explosivo, quedan expuestas las fragilidades de las plantas de energía nuclear. La supervisión y las operaciones normales han sido reemplazadas esencialmente por el aislamiento y el desorden en las centrales tomadas por el ejército ruso. Los trabajadores de Chernobyl y Zaporiyia, han estado trabajando durante más de tres semanas en un estado deplorable. No tienen ropa limpia (importante para los trabajadores nucleares), ni camas de verdad, ni contacto con la familia, ni comidas ni descanso adecuados. Los empleados pasaron a ser rehenes y se encuentran exhaustos, hambrientos y estresados, lo que hace más probable el cometer errores. También podría hacerlo el personal militar ruso sin formación que está dando las órdenes.
La comunicación con estos sitios está cortada en gran medida. Los expertos de supervisión independientes no pueden ingresar para verificar operaciones seguras o entregar repuestos. Tampoco podemos estar seguros de que conoceremos o si se informará el alcance de daños y así la propagación de las fuentes radiactivas.
En 2011, después de que un tsunami rompiera el malecón de la planta de energía nuclear Fukushima Daiichi en Japón provocando la fusión de tres reactores, los investigadores revisaron la seguridad de los reactores europeos, incluidos los de Ucrania. La nueva evaluación de seguridad imaginó inundaciones, terremotos, tsunamis, incendios, condiciones climáticas extremas, pérdida de energía, ataques terroristas y aviones chocando contra reactores, pero no la conquista de un ejército que avanza.
Si en los últimos tiempos se había reflotado la energía nuclear como una ayuda a mitigar las emisiones de co2 para solucionar el cambio climático, este evento es el camino a su entierro definitivo, siempre y cuando no ocurra en estos días un desastre nuclear en Ucrania y primero quedemos enterrados nosotres.
La pandemia había dejado cierta cantidad de variables, como millones de muertos y muchas más personas con secuelas crónicas muy prolongadas como agotamiento crónico, depresión, angustias, etc. A nivel económico, problemas como el de los contenedores, economías demolidas como la del turismo y más. Paralelamente el cambio climático está produciendo más muertes que el covid 19 y ahora se suma esta guerra, que está en el filo de convertirse en la Tercera Guerra Mundial. En caso de que algún misil caiga, por error siquiera, en Polonia ¡podría activarse el artículo quinto de la OTAN para defender a sus miembros de una agresión extranjera! Así como el ataque a las centrales nucleares pudo ser una catástrofe, estamos al borde de entrar en una guerra sin precedentes y de desencadenar una reacción en cadena de violencia demoledora.
Si bien nadie puede decir con certeza cuál será la trayectoria del conflicto ruso-ucraniano, es muy probable que la guerra económica que se desarrolla junto con él destruya el actual sistema de comercio. Rusia es un agente importante del sistema energético mundial gracias a sus enormes recursos de combustibles fósiles. Es el tercer mayor productor de petróleo del mundo después de EE.UU y Arabia Saudita, lo que representa el 12% de la producción mundial y el segundo mayor productor de gas después de EE. UU, responsable del 17% de la producción mundial. Si bien esta guerra ya está haciendo disparar los precios del petróleo y mucho más los del gas, si Europa decide dejar de importar más del 40% del gas que le compra a Rusia, el precio de este podría explotar. Por otro lado, recordemos que los fertilizantes químicos se basan en el uso del gas para producir urea sintética, lo que ya está impactando en los costos de producción de los cultivos. Sumado a esto, Ucrania y Rusia son los principales productores mundiales de trigo. Ucrania ya perdió toda posibilidad de exportar su cosecha, que tendría que ser en junio próximo, por lo que se está disparando su precio siguiendo el maíz y la soja el mismo camino, algo que los empresarios del campo argentino celebran. Esta estampida de precios de fertilizantes, cereales y energía esta produciendo un gran desequilibrio principalmente en los países que dependen de estos insumos. Ya en Sudan la gente salió masivamente a las calles por la explosión del precio del pan y en España hicieron lo mismo los productores agropecuarios porque con estos aumentos sus cuentas están colapsadas.
Desde ya que esta invasión a Ucrania va a producir un aumento descomunal en las compras de armamento de cifras multimillonarias, las cuales podrían ser usadas para frenar la pobreza y emprender la restauración ecológica.
Todo hace pensar que estamos en un momento similar a cuando llegó la noticia de la expansión del COVID-19 en enero de 2020: este conflicto traerá un desequilibrio generalizado a la sociedad planetaria que podría llegar a durar años, y los dos años de pandemia que padecimos nos parecerán entonces mucho más suaves que lo que está por venir.
La humanidad esta al borde de una locura nuclear y genocidio sobre el pueblo de Ucrania y me pregunto cuál será la travesura que el gran primate realizará, más allá de todas las que ejecuta hiriendo a la Pacha, desde los incendios al cambio climático entre muchas otras. La pregunta es cómo se para esto cuando entendemos que es imposible tener una escala de desarrollo que permita estas atrocidades.
Cuando la compasión sea lo que cultivemos en lugar de la agresión y la competencia, daremos el verdadero paso evolutivo. De otra manera, aunque quieran hacernos creer que estamos evolucionando gracias a los avances de la ciencia, las mejoras en los derechos humanos, etc. vemos que todo esto no se sustenta en nada porque un gobierno decide invadir con una fuerza destructiva descomunal a otra nación y nada la puede parar en esta masacre que se televisa en vivo y a pesar de todos los tratados y organizaciones internacionales. Quieren hacernos creer en la importancia y el poder de las organizaciones internacionales como la ONU y otras, pero la locura de un primate pone en peligro a la humanidad.
Esta guerra demuestra, una vez más pero con mucha más fuerza, que vivir una vida completamente ecológica y pacífica, y todos los días tratar de que más personas cambien el paradigma de sus vidas, es la vía correcta. La permacultura nació en un momento de crisis energética. Hoy estamos en una mucho peor, generada por una guerra tremenda; por eso las propuestas permaculturales de diseñar culturas sustentables constituyen el camino a la estabilidad del ser humano. Producir energía renovable, vivir en casas con diseño solar para disminuir al máximo la calefacción – la que puede hacerse con estufas de leña de alta eficiencia– y desde ya, cultivar alimentos en forma regenerativa para el suelo de modo que no necesiten de fertilizantes químicos, son proyectos más que estratégicos como modo de sobrevivencia.
Nuestro futuro reside en vivir una vida en plena armonía con la naturaleza, siendo sustentables en todo lo que podamos, y dedicarles mucho tiempo a los afectos y a contemplar la belleza de la naturaleza. Hasta que no lleguemos a pequeñas sociedades viviendo en armonía, nuestro paso por el planeta será una crónica de desaciertos que puede costarnos la extinción completa de nuestra especie y de muchas más que serán arrastradas con nosotres.
Dr. Gustavo Ramírez
Universidad Internacional de Permacultura
Marzo 2022