La ecología profunda, pese a cuestionar algunos aspectos de la civilización actual, atribuye los males a la actitud del dominio del hombre sobre la naturaleza -antropocentrismo- y a las fuerza ciegas de la tecnología, la que aparece como autónoma y neutra. En tal sentido, equipara al capitalismo y el socialismo como partes constituyentes de una ideología llamada industrialismo. Si bien el valor intrínseco de toda forma de vida es innegable y puede ser ampliamente compartido, su confusión con la denuncia de un supuesto antropocentrismo constituye un diagnóstico erróneo, llevando una formulación dualista de oposición que actúa como obstáculo para la comprensión de la unidad del hombre con la naturaleza.
Cabe preguntarse de qué clase de antropocentrismo estamos hablando cuando una ultra minoría concentra las grandes riquezas de la humanidad, mientras que la mayoría se ve privada de los bienes esenciales para una subsistencia digna, condenando actualmente a millones de seres humanos a morir de hambre o de enfermedades fácilmente evitables. Creo que aquí se trata de otro centralismo distinto que se debiera denunciar y combatir. La elusión a identificar con claridad los intereses económicos y políticos que son los factores fundamentales de la crisis ecológica actual, responsabilizando difusamente a creencias filosóficas erróneas -antropocentrismo- o a valores sociales abstractos -industrialismo, consumismo- conlleva a propuestas sumamente vagas o superficiales. Siempre será más fácil promover la conservación de un ecosistema más bien aislado, por ejemplo -sin desmerecer su posible valor- que enfrentar a los grandes agentes de la destructiva y contaminante expansión industrial o agrícola.
Personalmente creo que si la humanidad lograra evolucionar del estado actual de cosas a un humanismo, entendido como el cuidado de las condiciones que hacen posible la vida humana presente y de las futuras generaciones, a la vez respetuoso del conjunto de las formas de la vida, esta transición en sí misma consistiría en un cambio revolucionario en nuestro estilo de civilización. Dicha forma de humanismo extendido debería partir de considerar al hombre como parte de la naturaleza, un ente singular que es capaz de conciencia de ética, y por lo tanto con exigencias de acción responsable sobre el ambiente.”
*Un Marx Verde? Antropología, ecología y marxismo – Claudio Vizia