En las últimas semanas muchos nos llamaron para ver como estábamos y cómo estaba Gaia con tantas lluvias. Afortunadamente la ex-fábrica de lácteos que funcionó en el campo donde desarrollamos la Ecovilla desde el año 1996, supo elegir un buen lugar.Estas lluvias tan copiosas nos muestran pruebas concretas del cambio climático, sumado a esto, el estado lamentable de los campos y la eco-brutalidad con la que se manejan los mismos en relación al exceso hídrico. El predominio de una visión tecnicista que rinde culto del progreso nos lleva a este estado de situación.
El modelo agrocorporativo, basado en la siembra directa, desplazó pasturas, tambos y montes. Los sistemas que con molinos y bombas extraían grandes cantidades de agua y que contenían árboles que de la misma manera la evapotranspiraban. Estos suelos mantenían el alto nivel de porcentaje de materia orgánica de las pampas. La siembra directa, dadas las grandes cantidades de herbicidas utilizados, termina aniquilando la vida microbiana del suelo y por lo tanto la materia orgánica que ésta genera. Sí se ve barbecho (restos de cosecha) en superficie todo el año y con esto la gran mentira, que “el modelo corpo exportador de comodities genera materia orgánica”. La verdad es que al desaparecer la vida bacteriana el barbecho se degrada tan lento que al acumularse año tras año en algunos potreros llega a ser un problema para sembrar. Pero debajo de este barbecho la materia orgánica se desploma; y es ésta la que tiene capacidad de retener el agua para que no circule por la pendiente y que no baje tan rápido a la napa, evitando así que éstas no suban.Y aquí el dato clave, un 1% de materia orgánica por hectárea puede retener 144.000 litros de agua. Así que si tenemos en cuenta que muchos de los suelos que forman las cuencas superiores de los ríos y zonas por donde baja el agua, tienen un 5% de allí sale la cuenta, cuánto retenía un suelo de pastizal o agricultura biológica, ni más ni menos que 720.000 litros por hectárea. En los suelos con bosque nativo o implantado que no sea con monocultivo de árboles, ya que estos también usan herbicidas, puede retenerse más agua.
Si tenemos en cuenta que en los lugares donde más llovió en estas lluvias, fueron 300 mm., ésto genera 300.000 litros de agua por hectárea. Así que una parte tendría que estar retenida en el suelo por la materia orgánica y la que llega por la lluvia la contiene como una mega-esponja. Al no retener en cantidad el agua superficial en la capa de humus, ésta se infiltra cada vez más hacia las napas.
En muchas parcelas, como por ejemplo en Marcos Juárez (Córdoba) donde el ascenso freático es de diez metros en los últimos años, napas que salvan la producción en años secos, pero que ponen en jaque siembras y cosechas en años más húmedos, ésto también trae aparejado sales que aparecen en la superficie cuando menos se espera.
La pérdida de materia orgánica en el suelo, hace que el agua no se retiene en este y luego no se utilice por las pasturas o cultivos y además que ésta se evapotranspire por los vegetales. Por lo contrario el agua se infiltra al acuífero haciendo que la napa suba y suba, lo que genera que ante fuertes lluvias comienza a inundarse la parcela y el agua se mueve por declive buscando drenar en algún cauce de agua.
Es clave que el suelo utilice el agua en estas regiones como lo hacían los pastizales o los bosques que se reemplazaron con la siembra directa.
Por otra parte si bien estas inundaciones producen problemas en las áreas de cultivo, los pueblos y las ciudades son furiosamente castigadas, como una señal por el mal manejo de los suelos.
En 1886, Florentino Ameghino publicó un folleto, reimpreso en varias oportunidades por el Ministerio de Asuntos Agrarios de la Provincia de Bs.As. llamado “Las inundaciones, las secas y los trabajos necesarios para evitarlas”. Explica en forma concisa que la clave es retener agua en la parte superior de las cuencas, para evitar las sequías y a su vez no canalizar, para evitar estragos en la parte inferior de la cuenca.
Esto es lo que ocurrió en estos días, inundaciones por las cuencas y en la parte inferior como los partidos de Chascomús, Dolores, Castelli, Gral. Belgrano y otros niveles record de crecida, predecidas hace 129 años. Es por esto que hace años desde el Insituto Argentino de Permacultura estamos desarrollando una propuesta para el manejo de la llanura pampeana húmeda; a base de generación de materia orgánica en el suelo, a través del método Terra Preta, desarrollado por las Naciones del Amazonas, que por 11.000 años construyeron suelos de hasta un metro de profundidad de materia orgánica. Esto se basa en promover el desarrollo de microorganismos, por el agregado de residuos y carbón pirólico.
A su vez promovemos un sistema de policultivos con el mejor uso de la humedad del suelo y el cultivo de bosques con árboles de maderas nobles. Para que la madera de las especies utilizadas sea de alta calidad, necesitan raleos para evitar la generación de nudos en la madera, éstas ramas y troncos para convertirse en carbón pirólico para hacer Terra Preta en las áreas de cultivo.
Muchas son las especies que estamos cultivando de árboles para el desarrollo de éstos bosques para madera, en sistemas con especies intercaladas para el desarrollo ecosistémico (tema que será abarcado en otra nota). Entre algunas a destacar serían, el roble de los pantanos, ciprés calvo, casuarina, entre otros, que pueden crecer en zonas inundables y que al mismo tiempo son grandes bombas para evaporar miles de litros de agua por hectáreas.
Desde ya que los costos de implantación de estos bosques y el aporte de materia orgánica, son mínimos comparados con los megacostos de canalizaciones eternas y a las pérdidas materiales por las inundaciones y en primer lugar, las pérdidas de vidas, con ciudades cada vez más concentradas de personas que abandonaron el campo por el modelo de siembra directa.