Caminando por los bosques de maderas nobles del Condominio Primavera en la Ecovilla Gaia, comencé a reflexionar sobre el rol que tenemos como permacultores en esta sociedad y dentro de los procesos evolutivos de la naturaleza.
Si bien la Permacultura es una expresión práctica de la evolución llevada al diseño, a propuestas, no siempre está claro que estamos haciendo las cosas bien. Con ver lo que pasa a nuestro alrededor desde el cambio climático, las tierras arrasadas por la siembra directa del gilosfato, 2-4-D y otros, los niños con hambre y niños violentados en su hogar, una película real de asaltos que no paran de crecer (solo para mencionar algunos temas). Me preguntaba ¿dónde nos ubicamos como movimiento, podemos darnos títulos, reconocimientos? Siento que estamos lejos de eso, solo nos queda un largo camino por recorrer a través de un trabajo silencioso y desinteresado por el bien común, dejando en el baño seco nuestro ego. Me comentaban de una discusión Permacultural en el Facebook, si el camino es que seamos “outsider”, es decir alejándonos, o tenemos que pelearla en la gran ciudad.
El punto es que la gran ciudad y por lo tanto sus habitantes se han alejado de la vida, la esencia los procesos naturales, de todo lo que trata manifestar la Permacultura. Si bien en el primer mundo se hace una Permacultura urbana en la ciudad y más en el suburbio, en nuestro país como en muchos donde el FMI hace sus propuestas y sus “contribuciones”, la violencia en la calle hace inviable la mayoría de las propuestas de los países ricos. Solo con mencionar un proyecto Permacultural iniciado en La Matanza (Gran Buenos Aires) por 2 estudiantes de nuestro curso de diseño. Por años en casi una manzana hicieron huertas, semillas, construcción natural y vivero de árboles, ofrecieron un lugar de educación y recreación para los niños del barrio. Resistieron hasta el límite, a las violaciones, robos y quemas en 2 oportunidades de la construcción existente. Me pregunto ¿tendrían que haber seguido a costa de arruinar su integridad, física, psíquica y mental? ¿Cuál es el límite? A medida que tenemos más años muchas de estas situaciones golpean sobre nuestra salud, por el estrés y la angustia. Además se suma llevar adelante nuestra economía y vida familiar con todo lo que eso implica.
Hace unas semanas recorrí gran parte de Córdoba y San Luis, el paisaje es muy, muy triste. El desmonte deja un manto de sin vida del ecosistema, podemos llamar a esto muerte, creo que sí, o ecocidio. El 95% del bosque cordobés desapareció, es el lugar del mundo que ha tenido la tasa más alta de deforestación de los últimos años.
Por el momento desde la Permacultura, creo, no se están haciendo por estos países muchas cosas, esto se siente tan claro cuando estamos delante de todos los ejemplos que mencioné, sean ecológicos, sociales o económicos.
Algunos nos han criticado por estar encerrados en la Ecovilla Gaia, lejos de eso porque día a día estamos sembrando, construyendo, educando, criando a nuestros hijos dentro de un sistema que busca el nivel más alto de sustentabilidad, en la mayoría de los aspectos lo hemos logrado, siempre hay más para hacer y mejorar. Sé que en muy poco modificamos las problemáticas, pero es un paso, es mostrar a otros que se puede vivir sintiéndose útil, en lugar de estar todos los días atascados en la autopista (como fue mi caso cuando un día dejé el auto y seguí caminando, reforzando el sentimiento de dejar la metrópolis).
Veo a la Ecovilla Gaia como mantener cuidadas semillas criollas de polinización abierta, tienen el potencial para generar abundancia de la mano de la naturaleza. Esperaremos hasta que en crisis terminales por llegar sean los mismos gobernantes, sin tener ninguna idea para gobernar porque el saqueo agotó los negocios extractivistas de la pacha, que nos pidan cómo seguir, como reorganizar nuevos asentamientos, sin que el motor del consumo los organice.
Es la etapa de caída del imperio, todos los imperios llegaron a ese punto (generalmente han colapsado en el punto más alto de su crecimiento) ¿podremos esta vez? Si en unos años habrá más trozos de plásticos en los mares que todos los peces del planeta.
Me pregunto si hay un camino de salida ante cada niño que tiene una infancia trágica y luego las drogas y muchos tendrán niños, hace un tiempo leí un informe para la provincia de Buenos Aires que los padres que viven en la pobreza influyen para que sus hijos sigan en el mismo camino y si a esto le sumamos las políticas económicas de devastación, cartón lleno.
Seguí caminando entre los árboles, pasaron por mi mente muchos recuerdos de 22 años en la Ecovilla Gaia, y siempre estuvieron los círculos, las estrellas, las comidas compartidas y miles de estudiantes que esperaban de mí las respuestas, un gran desafío que año a año en los cursos que ofrezco aumenta, para ser consecuente con ese afuera del que también formamos parte y queremos mejorar.
Hace unos días un joven me preguntó que estoy haciendo desde la Permacultura para ofrecer soluciones, después de respirar hondo, le comenté que desde la Universidad Internacional de Permacultura estamos compartiendo todas las experiencias y conocimientos de un grupo de profesores de diversos países. También iniciamos a mucha gente en diferentes cursos, por ejemplo, en 1998 organizamos el primer curso de construcción en tierra en Argentina y esto generó un movimiento de construcción natural en todo el país.
Por otra parte sean personas que se formaron en Gaia o en otros lugares y que están haciendo cosas es un gran paso, por ejemplo, el hecho que se esté haciendo agricultura ecológica sin agrotóxicos, será muy importante en el futuro cercano porque prácticamente ya nadie lo hace así en los sistemas masivos de producción de alimentos. Si no habría personas que mantienen estos conocimientos, cuando se llegue a la conclusión que este modelo agrocorporativo devastó todo, será clave que haya personas que puedan mostrar y explicar cómo recuperar suelos y no dañarlos.
EL uso de las tecnologías apropiadas, la generación de monedas complementarias, la organización social, manejo Permacultural de bosques de maderas nobles, etc. serán tesoros que hoy se cuidan para escenarios cercanos de transformación global.
Sin duda la esperanza es el apoyo necesario cuando el enfermo tiene una enfermedad grave, si sabe que con algún proceso puede sanar, su día a día lo lleva con entusiasmo, nosotros sabemos que esos bosques de maderas nobles donde comencé esta permareflexión en 10 o 15 años se convertirán en mesas donde se reunirán familias o instrumentos musicales que nos ofrecerán notas de armonías y esto le da sentido a cada día de mi vida.
Dr. Gustavo Ramírez
U.I.P. (Universidad Internacional de Permacultura)
Agosto 2018