¿Homo Sapiens?

 

Del tiempo infinito, del Universo, de la historia de la Tierra, la semilla que nos alimenta, siempre un comienzo, para el presente también eterno. Nuestra existencia consciente de nuestro yo, es sólo una ínfima parte de esa historia, desde donde intentamos promover la permacultura.

La permanencia sería, que se repita el ritual del pasado infinito con los presentes continuos, permitir que la creación se exprese en su dirección. La gran pregunta es: ¿Cuánto tenemos que intervenir, construir, hacer, para que todo sea como tiene que ser?

Lo que está claro es que el límite extremo de la acción del Sapiens está llevando al planeta al descalabro y a él mismo a la extinción. Desde este extremo sin sentido, seguramente el camino está mucho más cerca del otro extremo del péndulo.

También en esa cultura permanente, por varios siglos habrá que seguir curando los desastres que esta sociedad de consumo genera, entre ellas los residuos nucleares y la contaminación transgénica.

Está claro que, si en 40 años existe una civilización, verán a la actual como la etapa de mayor locura de la humanidad.

Nos hacemos más preguntas. ¿Llegaremos al 2060 con una cantidad de desastres y cambios climáticos que dejará a unos pocos cientos de millones de habitantes, después de haber seguido y seguido consumiendo y destrozando la sinfonía de la vida? ¿O llegaremos con una humanidad que gradualmente supo hacer el cambio y pudo revertir la dirección de catástrofe social y ambiental?

Desde la permacultura lo que podemos hacer es dar el primer paso del largo camino, tratando que nuestra vida deje de formar parte del problema para transitar las soluciones.

Uno de los caminos posibles es conformar comunidades sustentables, en forma de ecovillas, aldeas o pequeños pueblos, desde donde el grupo en ecosintonía genere los caminos para la curación de nuestro yo y del planeta.

Sólo somos un grupo avanzado de primates que vive en un pequeño planeta, siempre nuestra especie quiso entender los límites del Universo, aunque no los hay, como tampoco hay límites para el talento humano si nos lo proponemos. Aunque, a pesar que los problemas son gigantes, siempre hay algo que podemos hacer mientras la vida se exprese en el planeta, mientras haya vida hay esperanza.

Todo sentimiento y acción vale más que mil discursos sobre la salvación del planeta. Por esto en la permacultura promovemos huertas en lugar de grandes estrategias, casas sustentables con materiales naturales en lugar de estrategias internacionales por el cambio climático y así una larga lista hasta sentirnos parte de la naturaleza.

 

Dr. Gustavo Ramírez
Universidad Internacional de Permacultura
Febrero de 2020

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