No entender cómo funciona la vida nos está llevando a destruir los sistemas naturales de los que dependemos. También nos hace sentir alienados y perdidos.
Todavía estamos operando desde un viejo paradigma de humanos separados de la naturaleza, así se fundamenta esta sociedad de consumo, tendremos que llegar al fin del Antropoceno por colapso o diseño, estar día a día integrades al planeta sintiendo que somos una parte de la tierra y así vivir en una humanidad estable y en armonía.
En este día de la tierra, recordamos que el camino es fundirse, abrazar a la naturaleza y disolver así todas nuestras angustias y limitaciones.
Para entender el rol del ser humano en la Tierra tenemos que entender la espontaneidad que tiene cada forma de existencia en el mundo natural, espontaneidad que está más allá de la dominancia humana.
Nuestro rol histórico fue “cuidar” el planeta entero. No estamos aquí para controlar, estamos para formar parte de la gran comunidad de seres vivos del planeta. El valor de las formas de vida no humanas es independiente de la utilidad que estas pueden tener para propósitos humanos.
Para salir de este desastre tenemos que recuperar nuestro sentido de sorprendernos y el sentido de lo sagrado, así podremos apreciar el universo más allá de nosotres. El universo es la realidad sagrada primaria y nos volvemos sagrados por nuestra participación en la dimensión más sublime del mundo.
El comienzo de la sabiduría en cada actividad humana es la reverencia hacia el misterio de la vida.
Lo silvestre puede considerarse la raíz de la auténtica espontaneidad de cada ser.
El mecanismo del mundo nos ha alienado de la belleza silvestre que nos rodea.
Mucha gente ve más belleza en una ropa de moda que en un magnificente árbol centenario. Reverenciamos a grandes edificios de cemento y no nos podemos maravillar con los patrones de formas de las montañas.
Dejar atrás la mayor parte de los elementos de esta sociedad de consumismo y pedir permiso para entrar al mundo natural es y será el paso más avanzado y evolutivo de este siglo. Desde un cambio así lenta y progresivamente se solucionará el cambio climático, la pobreza, la destrucción de los ecosistemas y la energía de las luchas de poder y recursos para las guerras estarán al servicio de una nueva etapa de la humanidad.