Nuestro rol histórico fue “civilizar”, “domesticar” el planeta entero. No estamos aquí para controlar, estamos para formar parte de la gran comunidad de seres vivos del planeta. El valor de las formas de vida no humanas es independiente de la utilidad que estas pueden tener para propósitos humanos. Cada uno tiene su espontaneidad creativa que es su profunda realidad, el más increíble misterio.
Para salir de este desastre tenemos que recuperar nuestro sentido de sorprendernos y el sentido de lo sagrado, así podemos apreciar el universo más allá de nosotres. El universo es la realidad sagrada primaria y nos volvemos sagrados por nuestra participación en la dimensión más sublime del mundo ante nosotres.
El comienzo de la sabiduría en cada actividad humana es la reverencia hacia el misterio de la vida.
Lo silvestre puede considerarse la raíz de la auténtica espontaneidad de cada ser.
El mecanismo del mundo nos ha alienado de la belleza silvestre que nos rodea.
Mucha gente ve más belleza en una ropa de moda que en un magnificente árbol centenario. Reverenciamos a grandes edificios de cemento y no nos podemos maravillar con los patrones de formas de las montañas.
Dejar atrás la mayor parte de los elementos de esta sociedad de consumo y pedir permiso para entrar al mundo natural es y será el paso más avanzado y evolutivo de este siglo. Desde un cambio así, lenta y progresivamente se solucionará el cambio climático, la pobreza, la destrucción de los ecosistemas: y las energías de las luchas de poder y recursos para las guerras estarán al servicio de una nueva etapa de la humanidad.
Crecimos, desarrollamos las leyes para el ser humano, pero es mínimo el marco legal del ser humano y la naturaleza. Estamos lejos de aceptar el derecho de ser de cada ser vivo. Los árboles tienen sus derechos, los insectos el suyo, y así. También lo que llamamos no vivo lo tendrían, como los derechos de las montañas, los ríos.
En resumen, no tenemos un reconocimiento a los derechos de la Tierra, y es de lo que tenemos que hablar en este día.
El mayor contacto con la naturaleza lo hacemos por documentales y fotos. Si logramos salir de la artificialidad, la esperanza de la Tierra es para un futuro, el sueño que llegue la Era Ecozoica a en la que los humanos estemos presentes en la Tierra en una manera mutuamente benéfica. Nos tendríamos que mover de valores y realidad centrados en el humano hacia centrados en la Tierra. Únicamente de esta manera podemos expandir nuestro verdadero rol.
Y cómo podemos hacer una agenda, un plan para cambiar el rumbo en nuestra relación con la Tierra, para esto nos podemos basar en los 3 principios éticos de la permacultura, que son:
1º Cuidar la Tierra, 2º Cuidar a las personas y el 3º, compartir los excedentes. Qué hacer con los excedentes, destinarlos a cuidar la tierra, a regenerarla. En general el tercer principio se consideró en repartir los excedentes entre las personas, es una forma de fortalecer las comunidades, pero en el tiempo que estamos viviendo, primero tenemos que apoyar los procesos de curación de la Tierra, para que así las comunidades de humanos puedan vivir en permanencia.