Las aguas grises son aquellas que fueron usadas para nuestra higiene corporal, el lavado de ropa, la limpieza de nuestra casa y sus utensilios. Ninguna de estas fuentes arrastra en el agua organismos que puedan contener enfermedades en la misma magnitud que lo pueden hacer las aguas negras de los retretes. Básicamente las aguas grises tienen jabón, algunos residuos grasos de la cocina y detergentes biodegradables. Cuando se las utiliza apropiadamente, las aguas grises son una fuente de gran valor nutritivo para algunas especies vegetales, mientras que cuando el manejo del sistema es inadecuado, el fósforo, potasio y nitrógeno que contienen las vuelven una fuente de polución para lagos, ríos y aguas del terreno.
El Instituto Argentino de Permacultura (IAP) desarrolló en la ecovilla GAIA (ubicada en Navarro, Pcia. de Buenos Aires) un tratamiento sencillo para la disposición de estas aguas residuales. Para ello se diseñó un sistema que filtra naturalmente las aguas usadas mientras que aprovecha la capacidad de asimilación de las plantas evitando que se produzcan lodos contaminados.
¿Cómo convertir los residuos en recursos?
Las aguas grises no tienen mal olor inmediatamente después de ser descargadas. El problema se inicia cuando las aguas quedan estancadas ya que los microorganismos usarán rápidamente el oxígeno disponible y habrá mayor presencia de bacterias anaeróbicas, que además de dar mal olor, podrían crear un ambiente propicio para el desarrollo de patógenos humanos. En este sentido, para que el tratamiento de las aguas grises resulte eficaz es importante el inmediato proceso y reutilización. El más simple y apropiado tratamiento consiste en introducir directamente aguas grises apenas fueron generadas en un entorno activo, altamente orgánico.
En Gaia se utiliza un sistema de filtrado biológico horizontal que recibe las aguas recién usadas y las hace pasar por una serie de capas para purificarlas a través de una combinación de procesos aeróbicos-anaeróbicos que suceden en el entorno de las plantas hidrófilas que se siembran especialmente.
Para replicar este sistema una familia tipo necesita una superficie de entre 4m2 y 5 m2 con una profundidad de 1.5m. Este espacio se recubre con una geomembrana y sobre ella se colocan los filtros que consisten en paredes consecutivas de 0.40m de ancho, separadas por cartón y/o tela de arpillera. La primera capa es de rocas o ladrillos partidos, luego se ponen los separadores y se construye una capa de pequeñas piedras, se colocan nuevamente separadores y a continuación se realiza una capa de arcilla, se ponen nuevos separadores y se instala una capa de arena. Estos módulos se van repitiendo en este orden hasta cubrir la superficie necesaria. Se termina con una capa de rocas o ladrillos partidos.
Luego plantamos los vegetales acuáticos cuya función es consumir los elementos aportados por el metabolismo bacterial de detergentes y materia orgánica, para transformarlo en follaje, que se podrá utilizar para generar compost, mulch y en algunos casos, materia prima para objetos de cestería además de aportar oxigeno.
Este sistema en comparación a otros es el más amigable desde el punto de vista ambiental ya que no requiere instalaciones complejas, tiene un costo de mantenimiento muy bajo y se integra al paisaje natural propiciando incluso una mayor biodiversidad. Quizás se podría mencionar como única desventaja la mayor cantidad de superficie que necesita.
Los beneficios de la reutilización de las aguas grises incluyen un menor uso de las aguas potables, un menor caudal a las fosas sépticas o plantas de tratamiento, una purificación altamente efectiva, una solución para aquellos lugares en donde no puede utilizarse otro tipo de tratamiento, un menor uso de energía y químicas por bombeo y tratamiento, la posibilidad de sembrar plantas donde no hay otro tipo de agua, además de la recuperación de nutrientes que de otra forma se perderían.
Nota publicada en Saber cómo, publicación del INTI en año 2008.