¿Alguna vez has pensado que la sociedad en general y tú en específico se mueven a un ritmo mucho más rápido que hace diez o veinte años? No es que las manecillas de nuestros relojes se hayan acelerado pero nuestra percepción del tiempo sí lo ha hecho.
Imagina que el mundo es un trompo enorme. Lo llamamos “el trompo de la cultura materialista”. A medida que se desarrolla la cultura y cada vez que adquirimos más cosas, el trompo se hace más y más grande. Así es como pasa la vida en nuestro estado material. Cada año las ventas deben aumentar, los ingresos subir y las economías expandirse. Nos han hecho pensar que mantenerse en la misma posición o disminuir la velocidad ocasionará recesión, depresión y fracaso. Las metas alcanzadas provocan que se fijen aún más altas y que se requiera trabajar más duro y más rápido. Siempre leales, hemos trabajado de manera diligente para expandir el tamaño del trompo.
Y nosotros, que estamos en la orilla de este trompo, debemos viajar una distancia cada vez más amplia para dar una sola vuelta. Mientras que un trompo pequeño puede completar una vuelta en un segundo, le toma mucho más tiempo esa vuelta a uno con el doble de tamaño o que es mil veces más grande. Mientras un trompo pequeño puede rotar unos cuantos centímetros por segundo, uno más grande viaja algunos metros.
La velocidad de las manecillas de tu reloj es la misma, pero el ritmo con el que sucede el cambio se está acelerando y tal vez algún día este trompo irá tan rápido que ya no podremos sostenernos. ¿Cómo podemos disminuir la velocidad del trompo?
Sólo conozco una manera y es hacer a un lado nuestros estilos de vida apurados y materialistas. En otras palabras, nuestra estancia en este planeta requerirá que hagamos maletas más ligeras. Así de simple.
Tal vez creas que eres capaz de lograr muchas más cosas en menos tiempo si vives tu vida a toda marcha, pero para la mayoría de la gente eso termina por convertirse en trabajar cada vez más duro en un empleo que le gusta cada vez menos.
A medida que la sociedad se expande y las infraestructuras se complican más, el papel del individuo es delegado a ser una pieza minúscula en una máquina enorme; como se sienten sin la capacidad de marcar una diferencia, las personas se resignan a hacer lo que avances a menudo se pueden lograr al hacerse más pequeño el lugar de más grande, al ir más lento en lugar de más rápido.
Dentro de una organización, los trabajadores pueden expandir sus habilidades sólo hasta donde lo permiten los límites de la caja dentro de la que funcionan. En muchas compañías grandes, divididas en sectores, el espectro de acción de la mayoría de las personas se limita a la tarea que debe realizar. Con sólo una pequeña función que desempeñar dentro de una caja grande, la importancia y el valor de cada papel es mínimo, al igual que la perspectiva y necesidad del empleado por desarrollar sus capacidades. Pero si se redujera el tamaño de la caja dentro de la que actúan las personas, su papel se volvería más importante y valioso y, al saberlo, la mayoría se esforzaría por expandir sus aptitudes y habilidades. Llegarían a conocer a sus compañeros de trabajo, mejoraría la comunicación y aumentaría la motivación. Se revelarían ideas que antes estaban opacadas por la complejidad de la organización grande y habría innovaciones que la revolucionarían. Los empleados jóvenes de la compañía tendrían esperanza y estarían motivados por su potencial ilimitado de crecer dentro de ésta. El concepto de ser más pequeño es mejor, no sólo aplica a compañías. Esos mismos resultados se pueden ver en gobiernos y otras organizaciones de la sociedad.
Cada vez más personas entienden que lo más grande y lo más rápido no necesariamente es lo mejor. Cada vez se está haciendo más claro que apilar avaricia y exigencias poco razonables sobre cada uno de nosotros conduce a la destrucción en lugar de al éxito. […]
Muchas personas hoy en día se unen para crear comunidades más allá de las definiciones clásicas de vecindario y pueblo. En Europa, Estados Unidos, Australia y otras partes del mundo, las comunidades se forman con el objetivo de vivir en paz con el medio ambiente. Esas comunidades se configuran de diferente forma, pero todas tienen la meta básica de separarse de estilos de vida basados en el consumo y volverse autosuficientes. Otro aspecto es el movimiento de comida lenta y la rebelión en contra del deseo de estandarización fomentado por la globalización.
En años recientes, también hemos escuchado hablar acerca de nuevas monedas regionales y del deseo de implementar sistemas que vuelvan a enfocarse en el intercambio de bienes y mano de obra de igual valor, en lugar de la continua expansión de especulación que sucede hoy en día. Es otra forma en la que regresamos a las bases del concepto de comunidad.
*La vida secreta del agua – Masaru Emoto