El posmodernismo ecológico reconoce no solo que todos los seres nos vinculamos estructuralmente a través de nuestro linaje cosmológico, sino también que todos los seres estamos internamente constituidos por relaciones con los demás, incluso a nivel molecular. No somos las entidades fijas y autocontenidas que proclama el modelo moderno. En niveles sutiles de percepción, estamos en constante cambio, siempre conscientes de nuestra conexión con los demás seres humanos, con el resto de la naturaleza terrestre y con la totalidad del universo. Nuestras interpretaciones culturales de la realidad, así como cualquier teoría acerca de ellas, resultan dolorosamente pobres cuando proceden aisladas del contexto mayor.